domingo, 27 de julio de 2008

I.-

Podríamos permitirnos el lujo de beber algo. Una cerveza, sí, yo me apunto con una cerveza; es lo más económico y el día está ideal. ¿Tú? Bueno, entonces está hecho. Iremos al supermercado a comprarlas y luego volveremos y nos tenderemos sobre el pasto a olvidarnos un poco de todo, excepto de nosotros. Tú y yo nos quedaremos aquí, bajo este árbol y sobre este pasto mirando al cielo ¿Te parece bien? No hay nada que hacer, las clases terminaron, no hay trabajo al que llegar y si lo hubiera no importa, hoy es domingo y el día es perfecto. Podemos imaginar tú jardín y no te preocupes por los libros, tengo uno de quinientas páginas en mi bolso que según la editorial es de bolsillo pero no hay modo hacerlo entrar en un bolsillo. Podemos utilizarlo como respaldo. Puedes apoyar tu cabeza allí si quieres, pero te advierto, mi bolso es más acolchadito. Lo digo esencialmente por los papeles, los sobres de cartas, las páginas arrancadas, los envoltorios de dulces y esos cuadernos arrumbados, que discretamente me tuercen la espalda al caminar. Está bien, entonces olvidémonos un poco de todo ¿ves el cielo? ¿Ves la forma de esas nubes? Si no estuvieran esas ramas juraría que estoy volando.